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Lo positivo

29 Dic

Uno de los principales problemas, a mi entender, de los movimientos sociales transformadores es el uso del lenguaje que hacen estos, y los términos que se han creado para ilustrar nuevas teorías y prácticas. Para el militante habitual es fácil escuchar palabras como contrainformación, desinformación, desobediencia, anticapitalismo, antisistema, no-violento, etc. Cuando quieres acordar, estás rodeado de des, contras, antis y anes. De pensamientos basados en estar a la contra de algo.

Para mi, esta es la demostración, todos lo sabemos, de la prevalencia del sistema en el que actualmente vivimos. El sistema ha generado su propio discurso, ha conquistado la hegemonía, ha normalizado sus prácticas, aunque criminales, y ha desplazado a las otras ideologías hacia la periferia, de forma que para un militante cualquiera puede ser difícil entrar en un debate con alguien que sea partidario de la ideología dominante. Así es como una amnistía fiscal es convertida por los medios, o los amos, en un incentivo para el retorno de los activos ocultos. Una persona inteligente podrá observar que a esto podríamos llamarlo también perdón para quienes roban a las bases.

Como personas socialmente responsables y comprometidas, personas críticas en un sistema esclavizante, hemos de reflexionar no solo sobre las causas de la opresión, sino también sobre el dominio que realiza el sistema sobre nuestro discurso. Hemos de crear un discurso positivo, un discurso que hable sobre crear espacios de libertad, un discurso en el que los antisistema, los extremistas y los radicales sean ellos.

La inocencia

11 Dic

«Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos y, dotados como están de razón y conciencia, deben comportarse fraternalmente los unos con los otros».

Podemos estar de acuerdo en que los seres humanos deben comportarse fraternalmente los unos con los otros, pero eso de nacer libres me parece una inocentada filosófica. Quizá los autores de la declaración de Derechos Humanos me dirían que no hace falta ser tan preciso con el lenguaje. Yo les respondería que, de todas las posibilidades, la menor era que el ser humano naciera libre. En todo caso, podríamos adquirir la libertad mediante nuestra razón y conciencia, tal como reza el artículo. Nuestra libertad dependería, en todo caso, de nuestro particular sentido crítico, y de las posibilidades que nuestro entorno nos ofrezca. Así pues, la libertad no nos la provee el nacimiento, si no una relación de fuerzas entre nuestro entorno y nuestra individualidad. Una relación que todas hemos de cuidar, comportándonos fraternalmente los unos con los otros, y con el medio.

Quizá podríamos plantear si una declaración de Derechos Humanos que comienza de manera tan ingenua es sensata y útil para la Humanidad, o si más bien, esta ingenuidad es intencionada, en cuyo caso cabría preguntarnos con qué fin.